FIBRA EMPRENDEDORA. Un proyecto de arte con sabor a vida

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Escribe: Ing, Sandra Morón

Juana (33 años).  4:00 a.m. Emerge debajo de 7 frazadas. El frio es intenso, afuera hay helada. Prende la cocina de leña dispuesta a empezar la labor del día. Al hacer las loncheras para los niños una sonrisa se le dibuja en el rostro: hoy habrá frutas. La producción de hilados aumento en la última semana y el dinero ganado sirvió para las loncheras de al menos dos días.

Salió de casa más temprano que de costumbre, con la helada no puede usar la bicicleta, así que le tomara más de 45 minutos de caminata llegar al albergue.

8:00 a.m. Luego de dejar a su hijo menor en el albergue gratuito (proyecto financiado por compañías externas), se dirige al Centro de Hilatura de Ajoyani; toca hilar el “Sirca”, un nuevo hilado, diferente a lo que venían haciendo. Luego de recibir la fibra lavada y pesada en una bolsita, saluda a las socias que hoy fueron a trabajar. Solo hay 20, algunas están pastoreando a sus alpacas o sembrando lo poco que crece. Aquí todo es escaso, las condiciones extremas solo dejan habitar a camélidos como la alpaca y la vicuña, convirtiéndolos en el principal sustento, por no decir el único.

Juana se sienta sobre los mantos congelados que están el piso e inicia el ritual de hilatura; toma de su bolsa unas hojas de coca, las más formadas, las dispone en forma de ramillete, se las lleva a la boca y empieza a masticarlas. Esto la inspira. Toma la Pushka** y la bolsita de fibras que le entregó la maestra, coge con delicadeza la fibra y empieza a estirarlas suavemente. Gira la Pushka en el piso como si de cual trompo se tratara. Así es como imparte torsión a las fibras: se empieza a formar el “Sirca”.

Es realmente hermoso, las yemas de sus dedos ahora se han convertido en sensores capacitivos que detectan el grosor del hilo. Sus ojos se volvieron sensores visuales, capaces de medir la torsión. La concentración es intensa, todos sus sentidos están puestos en su trabajo; de cuando en cuando revisa los prototipos entregados por la maestra para verificar que este saliendo igual. Es grato ver nacer un hilo elaborado con sus manos.

Una hora ha pasado. La maestra Seferina inicia la ronda de revisiones; es un hilo nuevo, aún están calibrando sus sentidos. “Se te está engordando el hilo un poquito, Juanita”, dice la Maestrea Seferina.

6:00 p.m. Hora de ir a casa; hoy se quedó un poco más de lo habitual. Dos kilogramos de hilo terminado, 20 madejitas de hilos listas para lavar, entre 80 y 90 soles recibirá a fin de mes por este trabajo. Sirca es un hilado grueso (0.4 nm) y eso le permitió avanzar. Juana siente alivio al imaginar que la próxima semana habrá fruta y cena asegurada. “Las cosas han mejorado, señorita. Cuando no hay artesanía lo extraño porque no hay fruta ni cena para las wawas*** y tengo que hacerme prestadito para cocinar”, cuenta Juana.

Pasa o no pasa. Es la disyuntiva de las maestras al evaluar los estándares de calidad de los hilados. Ellas practican día a día la hilatura artesanal y últimamente han tenido que aprender a tecnificar este arte; así lo exige la industria. Memorizan títulos, toman nota y ejecutan pruebas acerca de suavizantes, detergentes y hasta secuestrantes de metales. “Yo aprendo todo lo que me enseñen”, dice Juana. Ni estudios secundarios ni universitarios han sido obstáculos para pulir su técnica, pues este arte nació con ellas.

Podríamos decir que son hilados artesanales, únicos y que no requiere que sean iguales, pero la gran diferencia es que pasaron de ser de uso doméstico a productos de fabricación en serie. Y como todo producto, necesita estándares de calidad, y sobre todo, debe haber reproducibilidad. Ardua tarea de las maestras hacer que más de 70 mujeres calibren sus manos y sus vistas, sin embargo, esto ha sido superado muchas veces. “Hilos nuevos e innovadores son facilitos para mí, dice Isabel. Yo me encomiendo a los Apus* nomás”, agrega Juana.

Esta historia les pertenece a los distritos de Antauta, Ajoyani y Macusani, en el departamento de Puno, a unos 4500 y 4800 metros sobre el nivel del mar. Aquí, más de 70 mujeres de 30 a 60 años se reúnen día a día para hacer danzar la Pushka** y preparar los brebajes de lavado y suavizado que da vida a sus hilos, pero sobre todo a sus familias.

Sirca, Kusi y Puquy son los nombres de los tres hilados de la colección Apu, de Michell y Cía., que fue presentada a fines de junio en la feria de hilatura más grande del mundo: “Pitti Filatti”, en la impresionante Fortezza de Basso, en Florencia, Italia. Más de tres meses de trabajo, entrenamiento, creatividad, pruebas y ajustes de procesos han sido necesarios para lograr productos altamente competentes, innovadores y apetecibles para el mercado extranjero. Países como España, EE.UU. y Reino Unido son algunos de los potenciales compradores.

El compromiso firmado en diciembre de 2017 entre la compañía Michell y Cía, la ONG Aporta y Minsur tiene como objetivo sacar adelante el proyecto y tecnificar la hilatura artesanal. La meta sobrepasa la venta de 1.0 ton/año.

Se proyecta que 70 mujeres, 70 familias y 200 niños serán beneficiados, esto representaría un ingreso económico de aproximadamente un 40% sobre lo habitual.

Actualmente, la capacitación, tecnificación, marketing y promoción son financiados por Aporta y Michell y Cía. Sin embargo, generar el ambiente propicio para la independencia económica, generar la oportunidad de cambio en sus vidas, brindando las condiciones necesarias para el desarrollo textil en nuestra cordillera, es el compromiso final. La idea es hacer que el proyecto perdure en el tiempo, que sea auto sostenible, permitiendo el empoderamiento de las familias que son los pilares del mundo textil alpaquero.

*Apus. – Nombre que se les otorga a los dioses, suelen ser nevados, aves y hasta ríos.

**Wawas. – Palabra quechua que significa bebé.

**Pushka. – Herramienta de madera que se usa para hilar. Consta de una varilla que contiene una base redonda en la parte inferior que le da estabilidad al momento de ser girada.

Pushka, fabricadas a partir de madera. Constan de una varilla recta y una base circular. Luego de estirar las fibras de forma manual se procede a girar la Pushka. De esta manera, se imparte la torsión al hilado. La base circular tiene como función dar estabilidad al momento de girarla, permitiendo que se distribuya la torsión de manera uniforme.

Isabel (50 años), Macusani-4800 msnm, hilando con Puchka título   0.4 Nm, 100% Alpaca 26.5 micras con efecto de color tipo inyectado.